Estamos en la era de los datos, pero quienes los manejan no siempre parecen querer hacer caso de lo que revelan esos datos. Ocurre por ejemplo con el embarque en el avión antes del despegue, un proceso tedioso que nos condena normalmente a largas esperas, además de a cierta tensión y estrés.
El método de embarque más común
Un estudio de Boeing reveló hace tiempo que el embarque de un avión era un 50% más lento en 1998 que en 1970. Habremos avanzado en muchas cosas, pero la tasa de pasajeros que entran al avión por minuto ha empeorado de forma notable en estos años. Ya mencionamos en el pasado que existen varios métodos de embarque que se han ido utilizando a lo largo de los años. Los más conocidos y populares son los siguientes:
- De atrás a adelante: si el embarque es desde la puerta situada más cerca del morro, es normal encontrarse con un proceso que trata de ir desde las últimas filas, las más cercanas a la cola, a las primeras. El objetivo es el de tratar de evitar aglomeraciones en las primeras filas con gente que intenta acceder a las últimas.
- De fuera hacia dentro (“método Wilma”): primero las ventanas, luego los asientos intermedios y por último los asientos de pasillo.
- Por numeración de asiento: una combinación de los dos anteriores que tiene en cuenta ambos factores.
- Aleatorio: no tiene en cuenta ninguno de esos posibles parámetros de prioridad de embarque y en lugar de eso elige filas y asientos totalmente al azar.
Estudios científicos sobre el embarque de aviones
Para evaluar las diferencias en esos distintos modos de embarque hay estudios como el de Menkes van den Briel y el de Jason Steffen, un astrofísico del Fermi National Laboratory en Illinois, que incluso ideó un método de embarque propio a través de sus resultados.
El llamado “método Steffen” organiza el embarque en filas alternas con los asientos de ventana primero que luego avanzan de atrás hacia adelante. Así, al 12A le seguiría el 10A, el 8A, etc, y luego volveríamos al 9A, 7A, 5A y siguientes, para luego llenar los asientos de enmedio y los de pasillo a continuación.
El resultado, como se ve en la tabla incluida anteriormente, fue sorprendente: el método Wilma era muy bueno, pero su método confirmaba su teoría y era aún mejor a la hora de realizar un embarque en el menor tiempo posible.
El impacto económico de los retrasos en los vuelos
Es difícil saber qué factores tienen en cuenta las aerolíneas al desarrollar sus sistemas de embarque, pero está claro que el factor económico es uno de los más importantes. Según un estudio de la Universidad de Berkeley en California, el costo total de los retrasos de los vuelos en Estados Unidos fue de 32.900 millones de dólares, de los cuales 16.700 millones de dólares correspondieron a “componentes por los pasajeros”.
Un avión parado cuesta entre 40 y 337 dólares cuando está parado, indicaba el estudio, así que ahorrar en los tiempos de embarque debería ser prioritario para estas aerolíneas.
Los sistemas de embarque de diferentes aerolíneas
Cada aerolínea utiliza diferentes procedimientos de embarque en los que intervienen distintos parámetros como la prioridad de los pasajeros, lo que han pagado por el billete o incluso los sistemas que utilizan.
En España, por ejemplo, Iberia dispone de cuatro grupos, mientras que Vueling tiene tres grupos y Ryanair utiliza su propio método para maximizar los ingresos extra tras la compra del billete.
Conclusiones
La ciencia y los datos parecen importar muy poco a las aerolíneas a la hora de establecer sus sistemas de embarque, a pesar de que existen métodos teóricamente mejores que los que se utilizan actualmente. Esperemos que algunas aerolíneas consideren realizar cambios en su sistema de embarque para beneficio de los pasajeros y también para ahorrar tiempo y recursos.