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Inteligencia artificial y la pregunta de la discordia: ¿Puede la IA tener conciencia y sentimientos?

El desarrollo de la inteligencia artificial (IA), especialmente en robots humanoides, plantea interrogantes fundamentales sobre la naturaleza de la conciencia y los sentimientos en las máquinas. ¿Son estas creaciones capaces de experimentar emociones genuinas o simplemente imitan comportamientos humanos?

Tipos de inteligencia artificial: Más allá de la simple imitación

El Dr. Carlos Gershenson del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM distingue diversos tipos de IA, desde sistemas basados en software hasta robots físicos. “La IA no se limita a la imitación; existen modelos conexionistas y sistemas de representación simbólica,” explica. Cada tipo tiene aplicaciones únicas, destacando la eficiencia en tareas específicas sobre la replicación completa del comportamiento humano.

Emociones y conciencia: ¿Pueden las máquinas sentir?

La discusión sobre si las máquinas pueden desarrollar conciencia y sentimientos genera controversia. Según Gershenson, “La conciencia perceptual es más fácil de replicar que la autoconciencia,” una capacidad humana compleja. Aunque algunos avances, como respuestas emotivas en chatbots, sugieren similitudes, carecen de la profundidad de la conciencia humana real.

Utopía o distopía: El futuro de la IA y la humanidad

Gershenson opina que los temores de una dominación de la IA son más distópicos que realistas. “La relación humano-tecnología es simbiótica,” argumenta. Aunque nuestra dependencia tecnológica aumenta, también lo hace nuestro control sobre estas herramientas, esenciales para nuestro progreso pero no autónomas en sus acciones.

Asistentes automatizados: Una posible ayuda en áreas como la salud mental

Asistentes como Siri y Alexa podrían evolucionar hacia apoyos terapéuticos, especialmente en países líderes en IA. “En México, somos consumidores más que desarrolladores,” señala Gershenson. La evolución futura de estas tecnologías ofrecerá oportunidades para mejorar vidas, aunque con desafíos éticos y de regulación.

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