El CMF Phone 1 fue todo un soplo de aire fresco en el mundo de los móviles. El sector ha llegado a tal punto de madurez que encontrar innovaciones en términos de diseño es complicado y, de vez en cuando, se agradece que una marca apueste por algo diferente. En el caso de CMF, la submarca de Nothing, esa apuesta consiste en volver al pasado con un giro de tuerca: un móvil con tapa retirable. Y como no podría ser de otra manera, la comunidad ya ha empezado a inventar para ampliar aún más las opciones de personalización.
¿Qué es la tapa retirable?
A ver, explícame eso de la tapa. El CMF Phone 1 es un terminal de unos 230 euros que combina plástico y aluminio. La tapa trasera es de plástico, la botonera y el módulo de cámaras son de aluminio y la tornillería que une la tapa con el chasis es de acero inoxidable. Quitando los tornillos (cuatro, concretamente) podemos cambiar la carcasa trasera y ponerle otra de otro color para personalizar el móvil.
La nostalgia de los móviles con tapa
Good old times. Lejos quedan esos móviles a los que le podías quitar la tapa y ponerle otra de cualquier color o temática. Recuerdo mi LG G3, al que le puse una tapa con una batería de 6.000 mAh; o aquellas BlackBerry 8520 que todo el mundo tenía en mi instituto. Había gente que se dedicaba a comprar tapas y revenderlas en el patio del recreo. Raro era el que tenía una BlackBerry sin personalizar.
La desaparición de las tapas
Sin embargo, la industria, en un intento de hacer móviles más delgados, estilizados, con materiales más nobles y resistentes al agua y al polvo, decidió deshacerse de la tapa retirable. Eso aumentó el “feeling premium” de los móviles, pero redujo la personalización a dos cosas: el color de la trasera y la funda. Y lo más curioso es que u optas por el color de la trasera u optas por la funda, pero las dos no se pueden. La funda tapa la trasera, salvo que sea transparente, en cuyo caso es probable que se acabe poniendo amarilla con el tiempo.
Personalización a través de la tapa retirable
Tapa retirable = tapa personalizable. Por eso se agradece que, de vez en cuando, una marca nos de algo de cancha para personalizar el móvil. Tanto es así que, en el caso del CMF Phone 1, la comunidad maker no ha tardado en hacer sus propias traseras a cada cual más extravagante. La propia compañía, consciente de lo que tener una comunidad es capaz de hacer en términos de reconocimiento de marca, lo ha fomentado publicando los archivos STL y STP en Printables (el repositorio de Prusa) con licencia CC BY 4.0.
Personalización ilimitada
Cualquiera puede coger esos archivos e imprimir su propia tapa. No solo eso, sino que gracias a la licencia, cualquier usuario pueda usar esos archivos como base para crear sus propias propuestas, incluso con carácter comercial (siempre y cuando se elimine el branding de la marca, claro está).
Una amplia gama de opciones
Y los usuarios se han puesto a ello. En Printables pueden encontrarse tapas de todo tipo, desde algunas personalizadas de Pokémon, a un stand para usar el móvil en vertical, una inspirada en el Mac Pro, una cartera, un fidget spinner que se coloca en el tornillo de la esquina inferior derecha y una montura para poner el teléfono en una Skadis de IKEA.
En MakerWorld (el repositorio de BambuLab) también hay verdaderas locuras, como una réplica del Dynatac 8000x de Motorola para guardar hasta el cargador, una funda compatible con piezas de LEGO, una con tapa para bloquear la cámara, una con abanico incorporado, una con lanzador de dardos, una con montura para cámara y mis favoritas: una con un juego cuatro en raya y sus propias fichas y una modular que esconde, atención, un peine, un guardamonedas, un slot para tarjetas microSD y un abrebotellas.
Limitación de la impresión 3D
El problema: la impresora 3D. Es evidente. Todo esto está muy bien, pero si no tenemos una impresora 3D que nos pueda imprimir las fundas, de nada sirve. Además, aquellas que tienen piezas movibles requieren de una máquina con las tolerancias bien medidas. Si hablamos de imprimir con varios colores, aunque se puede hacer con una sola máquina si nos armamos de paciencia, lo cierto es que un módulo como el AMS Lite de BambuLab nos vendría al pelo, pero ya estamos hablando de una inversión mínima de 500 euros. Más el filamento, claro.