The Milky Way blazes above the European Southern Observatory (ESO) facilities at Mount Paranal in northern Chile’s Atacama Desert. Paranal hosts the world’s most advanced ground-based astronomical observatory, the Very Large Telescope (VLT), and is home to two new telescopes for large imaging surveys currently under construction, the VLT Survey Telescope (VST) and the Visible and Infrared Survey Telescope for Astronomy (VISTA). Both are expected to “take up duty” in the 2009-2010 timeframe. This photograph shows an edge-on view of the Milky Way’s glowing plane slicing across the night sky, laced by bands of dust and dark gas. Taken with a digital camera using a three-minute exposure, the photograph also reveals a bit of action on the ground. To the left, a vehicle with its parking lights on stops lets out a passenger. Though bathed by the light of the Milky Way, the high-altitude desert remains quite dark. To illuminate the rightward path to the underground entrance ramp of the ‘Residencia’, where staff and visitors stay, the passenger takes along a small flashlight, seen as a squiggly bright line. In the lower right, the glass dome on the Residencia’s roof reflects the starry sky overhead. One of our Milky Way’s galactic satellites, the Large Magellanic Cloud, is seen hanging above the Residencia in the lower right corner of the image.

El telescopio Gaia enfrenta desafíos espaciales

En los últimos meses, el telescopio espacial Gaia ha enfrentado una serie de desafíos significativos debido a fenómenos astronómicos que han afectado su funcionamiento. Un micrometeorito y una tormenta solar han puesto en riesgo la continuidad de su misión.

Gaia, operado por la Agencia Espacial Europea (ESA), fue impactado por un micrometeorito y posteriormente afectado por una tormenta solar, lo que llevó a los científicos e ingenieros a realizar ajustes importantes para asegurar la continuidad de su misión.

Daños sufridos por el telescopio Gaia

En abril de este año, un micrometeorito colisionó con la estructura del telescopio cuando viajaba a alta velocidad por el espacio. Este impacto dañó el instrumental diseñado para captar la luz de objetos distantes, comprometiendo temporalmente la capacidad de observación del telescopio.

Mientras los ingenieros evaluaban el daño y buscaban soluciones, Gaia enfrentó otro desafío: una tormenta solar afectó su sistema eléctrico. El fallo en el software de detección de falsos positivos fue uno de los principales problemas, ya que comenzó a confundir las señales electromagnéticas del espacio con sus propias señales eléctricas. Esto impactó gravemente la capacidad de Gaia para identificar y catalogar objetos astronómicos.

Esfuerzos para la reanudación de Gaia

A pesar de los contratiempos, el equipo de Gaia no se dio por vencido. Ingenieros, astrónomos y físicos trabajaron incansablemente durante meses para solucionar los problemas. Los impactos de micrometeoritos son comunes en la posición orbital de Gaia, pero representaron un desafío adicional en la ya compleja tarea de mantener el telescopio operativo.

Gracias a la dedicación y esfuerzo del equipo, Gaia ha logrado reanudar recientemente sus observaciones. Estos eventos han proporcionado valiosas lecciones para futuros proyectos espaciales. Los ajustes y mejoras implementados en Gaia servirán como referencia crucial para la construcción y operación de nuevos telescopios, asegurando que estén mejor preparados para enfrentar las adversidades del espacio.

La misión de Gaia

El 19 de diciembre de 2013, un cohete Soyuz despegó desde la Guayana Francesa, llevando consigo al telescopio espacial Gaia. Su destino final fue el punto L2 de Lagrange, una ubicación en el espacio a unos 1.5 millones de kilómetros de la Tierra, ideal para las observaciones astronómicas debido a su estabilidad gravitacional.

El objetivo principal de Gaia es catalogar alrededor de 1.000 millones de estrellas y otros objetos en la Vía Láctea. Para ello, el telescopio está equipado con dos telescopios y un sensor fotométrico que mide la luminosidad, la temperatura y la composición química de las estrellas. Cada día, Gaia envía a la Tierra aproximadamente 25 gigabytes de datos, que son procesados y analizados por un equipo internacional de astrónomos e ingenieros. Estos datos han permitido crear un mapa tridimensional de nuestra galaxia con una precisión sin precedentes.

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